La prevalencia de trastornos mentales comunes, como la depresión y los trastornos de ansiedad, está aumentando y, en la actualidad, la depresión es la principal causa de discapacidad a nivel mundial, lo que significa que los gobiernos deben tomar medidas decisivas para financiar el apoyo basado en la evidencia para estas problemáticas.
Así lo afirman los psicólogos investigadores Roger Muñoz-Navarro, Rob Saunders, Joshua E. J. Buckman, Paloma Ruiz-Rodríguez, César González-Blanch, Leonardo A. Medrano, Juan Antonio Moriana y Antonio Cano-Vindel, en un artículo publicado en la revista Británica de Psiquiatría (The British Journal of Psychiatry), a través del cual ponen de relieve los múltiples beneficios que supondría invertir en el acceso a terapias psicológicas.
Tal y como señalan, las terapias psicológicas, como la terapia cognitivo-conductual (TCC), se recomiendan como tratamientos de primera línea para muchos trastornos mentales comunes. Sin embargo, y, a pesar de la evidencia de sus beneficios a corto y largo plazo y de la relación coste-eficacia, el acceso a estos tratamientos sigue siendo deficiente.
A este respecto, “convencer a los gobiernos y a los comisionados de atención médica para que asignen los recursos necesarios para ampliar el acceso a tratamientos psicológicos efectivos es un desafío, especialmente en el clima económico actual”. Si bien hay amplia evidencia en torno a los beneficios que ello supondría para la salud pública, en muchos países “esto aún no ha demostrado ser lo suficientemente convincente como para afectar en gran medida la política o el gasto en atención" 

Además de los beneficios para la salud pública que conlleva invertir en salud mental, diversos estudios señalan que la reducción de los síntomas de los trastornos mentales comunes se traduce en una mejor productividad en el trabajo y menor absentismo laboral, así como en un aumento de los ingresos imponibles nacionales.

El artículo destaca el programa de Terapias de conversación para la ansiedad y la depresión del Servicio Nacional de Salud de Reino Unido (NHS Talking Therapies), (conocido anteriormente como Mejora del acceso a las terapias psicológicas [IAPT, Improving Access to Psychological Therapies services]), cuya expectativa es obtener retornos económicos, y cuyo modelo han seguido algunos países como Noruega, Canadá o Australia. Si bien estos servicios han evidenciado tasas de mejoras sintomáticas, “hay menos datos disponibles para evaluar los efectos económicos de estos tratamientos”.

En la misma línea, en nuestro país, se viene llevando a cabo el programa PsicAP, un ensayo controlado aleatorizado de Psicología en Atención Primaria, orientado a evaluar la eficacia de la terapia transdiagnóstica cognitivo-conductual al tratamiento habitual (psicofarmacológico), frente a la del tratamiento habitual solo, en pacientes adultos con trastornos emocionales en el ámbito de la Atención Primaria.

Los resultados de este programa revelan que la terapia cognitivo-conductual transdiagnóstica añadida al tratamiento habitual resulta en una mayor reducción de síntomas (ansiedad, depresión y somáticos), que únicamente el tratamiento habitual, y que estos efectos terapéuticos se mantienen a los 3, 6 y 12 meses posteriores.

Los datos sugieren el potencial de las intervenciones psicológicas para aumentar el crecimiento económico a través del incremento de los ingresos

Los últimos resultados obtenidos muestran una asociación entre el tratamiento psicológico y el nivel de ingresos de las personas que lo reciben, detectándose una mejora del nivel de ingresos económicos entre las personas que han recibido tratamiento psicológico, mientras que, en aquellas que sólo han seguido el tratamiento habitual, no se registra ningún cambio en este sentido.

Para los investigadores, estos hallazgos “sugieren el potencial del tratamiento psicológico administrado en atención primaria para aumentar la capacidad de generar ingresos y, por lo tanto, el potencial de que las intervenciones psicológicas puedan aumentar el crecimiento económico a través del aumento de los ingresos”, dado que, una mayor ganancia de ingresos en las personas, se traduce en una mejora de la economía social.

En la misma línea, insisten, “si se desarrollaran y expandieran a nivel internacional servicios que pudieran ofrecer estos tratamientos a gran escala, es probable que no solo se ‘pagaran solos’, sino que también generaran un beneficio neto en términos de coste a mediano plazo”.

El artículo finaliza subrayando la trascendencia de demostrar aún más los beneficios económicos de invertir en el acceso generalizado a las terapias psicológicas para los trastornos mentales comunes, de cara a promover la expansión de estos servicios, contribuyendo así a reducir la desigualdad en el acceso y aliviar la carga global de este tipo de trastornos, disminuyendo los costes de atención a la salud, y erigiéndose también como un camino hacia el crecimiento económico a través de la mejora de los ingresos.

Fuente: Muñoz-Navarro, R., Saunders, R., Buckman, J. E., Ruiz-Rodríguez, P., González-Blanch, C., Medrano, L. A., … & Cano-Vindel, A. (2024). Investing in mental health: a path to economic growth through psychological therapies. The British Journal of Psychiatry, 225(4), 460-461.